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PRAESIDIUM JUVENIL

PRAESIDIUM JUVENIL

PRAESIDIUM JUVENIL

  1. Obtenida la aprobación de la curia, y con arreglo a todas las normas especiales que se crea necesario imponer, podrán establecerse p...
Commentarios mayo 22, 2017
Oración por  nuestros legionarios

  1. Obtenida la aprobación de la curia, y con arreglo a todas las normas especiales que se crea necesario imponer, podrán establecerse praesidia para personas menores de 18 años. Véase el capítulo 14, párrafo 22.

2. La única manera de aprender realmente lo que es la Legión es entrar y trabajar en ella. Se dan muchas conferencias para animar a los jóvenes al apostolado, pero tales conferencias, por excelentes que sean, no son más que el esqueleto, en comparación con el cuerpo vivo de la realidad. Es más: de poco valor es la intención o el deseo de comenzar a trabajar como apóstoles, si no va acompañado de una formación práctica. La inexperiencia se acobarda pronto, o, si empieza uno por su propia cuenta, es casi seguro que terminará fracasando.

3. Es condición esencial que por lo menos el presidente de estos praesidia sea un adulto. Sería de desear que hubiese también un segundo oficial adulto, para sustituir al presidente en su ausencia y para facilitar la obra de expansión de dichos praesidia.
  Si estos oficiales del praesidium juvenil son también miembros de un praesidium de adultos, la dirección del primero satisfará el deber del trabajo activo semanal impuesto por el segundo; pero, si únicamente son miembros del praesidium juvenil, deben hacer en él una labor activa sólida, proporcionada a sus fuerzas de adulto.
  Los oficiales adultos del praesidium juvenil han de ser, en lo posible, legionarios experimentados, que tengan bien asimilado el reglamento de la Legión y estén dotados de las cualidades requeridas para producir en los jóvenes legionarios los saludables efectos que se propone la Legión, al fundar para ellos un praesidium especial. El fin principal de éste no consiste tanto en la ejecución de una obra provechosa, sino en la formación espiritual de los mismos jóvenes, para que se preparen a entrar en las filas ordinarias de la Legión, una vez terminados los estudios.

4. Es evidente que la allocutio tendrá en los praesidia juveniles doble importancia, por la dificultad de muchos de los jóvenes legionarios para comprender por sí solos este Manual. Por eso, el director espiritual -o en su ausencia, el presidente- dedicará la allocutio al Manual, leyéndolo párrafo a párrafo, y explicándolo tan llana y minuciosamente, que tenga la certeza de que todos sus oyentes lo han comprendido perfectamente. Así, semana tras semana, se estudiará todo el Manual a conciencia, y una vez terminado, vuélvase en seguida a repasarlo íntegramente. Es fácil que no haya oportunidad de estudiar el Manual dos veces, de ahí que una allocutio imperfecta seria una oportunidad perdida.

5. Si se estudia el Manual sistemáticamente según el método recomendado en el apéndice 10, Estudio de la fe, se hará un curso de muchísima utilidad, y sin dar la sensación de que se trata de "una tarea de colegio". Será de inapreciable valor para estos jóvenes, que han de ser luego el refuerzo de la Legión de adultos.

6. Un praesidium juvenil no tendrá probablemente facilidades para hacer trabajos propios de los praesidia de adultos, y, por esto, hay que ingeniarse para que cada socio joven encuentre un trabajo activo y sólido, proporcionado a sus facultades. Muchos jóvenes son capaces de hacer trabajos dignos de personas adultas, y, realmente, a ningún joven que haya llegado a los dieciséis años debería dársele un trabajo que fuera impropio de un adulto. Los trabajos del praesidium han de ser variados. A mayor variedad de obras, más completa será la formación; ya que cada miembro no puede hacer todos los diversos trabajos, la mejor manera de entrenarse en ellos es que los vea hacer a los demás. Y así cobrará más interés la actividad del praesidium.

7. Al socio juvenil se le exige la mitad de lo que se pide al socio adulto: el mínimo de una hora de trabajo cada semana.

8. Indiquemos aquí algo de lo mucho que podrían hacer los jóvenes:

  a) Distribuir la Medalla Milagrosa, de la siguiente manera: en cada junta se entregan a los socios una o dos medallas -un número fijo- para que ellos las empleen como buenos soldados de María, e inflijan al Maligno la mayor derrota posible, dándosela a quien no sea católico, o al católico que no practica su religión. Es un plan de campaña que enciende la imaginación, pero también induce al sacrificio. Debe instruírseles en cuanto a la manera de contestar a las preguntas que les puedan hacer en ese trabajo, y en el modo de aprovechar toda ocasión de abrirse camino en el trato con esas personas.
   b) Reclutar socios auxiliares: eso lleva consigo enseñarles la manera de rezar las oraciones legionarias, y visitarles regularmente para asegurarse de su perseverancia.
   c) Esforzarse por conseguir cada semana por lo menos una persona más que se comprometa a lo siguiente: asistir a la santa misa diariamente, o prácticas de alguna devoción religiosa, o pertenecer a alguna cofradía, o al Apostolado de la Oración, o a alguna asociación católica.
   d) Traer a los pequeños a la santa misa y acercarles a los sacramentos.
  e) Ayudar en la misa.
  f) Enseñar el catecismo y reclutar voluntarios para las clases de catecismo.
  g) Visitar a los niños de algún hospital, o de alguna otra institución, o en sus propias Casas.
  h) Visitar a enfermos o ciegos y prestarles aquellos servicios que pudieran necesitar.

9. Se recomienda encarecidamente que todos y cada uno de los praesidia juveniles tengan al menos un miembro ocupado en cada una de las tres últimas obras que hemos mencionado, es decir, f), g), h). Estas obras, bien hechas, darán una formación excelente a los legionarios jóvenes ocupados en ellas, marcando la pauta para las demás obras del praesidium.

10. Está permitido que un miembro juvenil haga su trabajo en compañía de otro miembro de un praesidium de adultos.

11. Cuando se trata de praesidia en internados, es de desear que los socios tengan algún trabajo activo fuera del colegio. Y si los superiores, conscientes de su responsabilidad, temen que se abuse de este privilegio y se imaginan otros peligros, les suplicamos que consideren: a) que, si esos legionarios fueran miembros de praesidia juveniles externos, estarían haciendo esos trabajos corrientemente; y b) que solamente la formación de hoy les preparará bien para el mañana. Si ahora no hay libertad, tampoco hay formación para cuando desaparezca la protección del internado. Ese trabajo externo, resguardado por la doble disciplina del colegio y de la Legión, puede llegar a ser una preparación ideal.

12. Está permitido fundar un praesidium en un colegio donde todos los estudiantes vuelven a sus casas para las vacaciones, aunque por ello sea imposible tener las juntas durante ese tiempo. Cabe la posibilidad de que los jóvenes puedan trabajar durante las vacaciones en los praesidia de su localidad.

13. Hay que hacer ver a los socios que su santificación personal no sólo es el fin principal de la Legión, sino también el principal resorte del apostolado legionario, y, por lo tanto, hay que animarles a realizar prácticas piadosas por las intenciones del praesidium. Pero estos ejercicios no han de ser asignados a los miembros como trabajo, y no se debe informar sobre ellos en las juntas. Volvemos a insistir en que los ejercicios de piedad no pueden suplir la falta de trabajo activo; si se hacen, debe ser por añadidura.

14. Los miembros deben preparar sus informes con gran esmero y mucha reflexión, y en esto les orientarán sus oficiales. Su trabajo no les dará quizá de ordinario material para un informe interesante y detallado; por eso mismo, tendrán que hacer un esfuerzo especial para que sus informes resulten interesantes y variados.

15. Es importante que se sientan identificados con los legionarios adultos que luchan por el Señor en circunstancias difíciles y a veces peligrosas, llevando entre manos múltiples y nobles empresas; eso dará vida al trabajo -menos comprometido- de estos jóvenes, y cautivará su imaginación. A esto va dirigido todo el sistema de la Legión. Esta emulación les preservará de la actitud -tan frecuente como peligrosa- de tomar la religión como una rutina impuesta por los mayores; y, mediante ellos, esta nueva conciencia se comunicará a otros muchos jóvenes; si arraigara tan falsa idea durante los años impresionables de la juventud, se les causaría un daño que no repararía ni la mejor preparación escolar.

16. No se aplicará a los socios juveniles lo que dice el reglamento acerca del período de prueba, ni harán la promesa legionaria, ni serán miembros de la curia de adultos. Pero en todo lo demás -en el rezo completo de las oraciones, en la observancia del reglamento, en el orden de las juntas, y aun en contribuir a la colecta secreta- tienen que ser esmeradamente fieles: debe cumplirse escrupulosamente lo mismo que si se tratara de un praesidium de adultos.
  Al pasar del praesidium juvenil al de adultos, tienen que someterse al periodo de prueba que exige el reglamento.

17. Un legionario adulto que sirve en un praesidium juvenil deberá hacer la promesa en ese praesidium juvenil, si no la hubiere hecho ya en el de adultos. Esta ceremonia impresionará profundamente a los jóvenes, y les hará esperar con ilusión el día en que también ellos puedan perfeccionar su afiliación haciendo la promesa.

18. Con el fin de facilitar el ingreso de los niños en la Legión, se ha sugerido muchas veces que se modifiquen las oraciones legionarias. Lo inadmisible de esta propuesta se deducirá claramente por lo dicho ya en este capítulo, al declarar que el socio juvenil se parece mucho al socio adulto. De ninguna manera puede tomarse juvenil en sentido de trivial. Hay que presentarles elevadas normas de acción y devoción a estos socios jóvenes, que en general están llamados a ser los guías de la juventud. Es evidente que este ideal no podrá ser alcanzado por un niño que, luego de una adecuada formación, es incapaz de rezar responsablemente todas las oraciones legionarias.

19. También se ha pedido que se haga un Manual más sencillo para uso de los socios juveniles. Este punto se trata en la sección 10 del capítulo 33, Deberes básicos de los legionarios.

20. Los padres -y todos aquellos que tengan autoridad- deberán cooperar plenamente con la Legión para que ésta lleve a cabo su programa, del que puede resultar tanto bien. Estos jóvenes se están formando en lo que San Luis María de Montfort llama "una legión de valientes soldados de Jesús y de María, para combatir en los tiempos venideros -de mayores peligros que nunca- al mundo, al demonio y a la naturaleza corrompida". La Legión, que en sus ideas y en su estructura tiene la sencillez de la polea, de la palanca o de cualquier otro medio de multiplicar la fuerza, tiene también el poder de comunicar vida a la formación sistemática religiosa, convirtiéndola en fuerza motriz de toda empresa cristiana. Hay, además, una aplicación inmediata de esa fuerza: llena de un ideal religioso y práctico la vida escolar, el tiempo de recreo, el hogar, cada hora, presentando a sus miembros nuevos horizontes. Es decir, les ofrece un mundo nuevo, un concepto nuevo:
a) de la Iglesia: tomarán conciencia de su deber eclesial, de ser leales e intrépidos soldados, con un puesto bien definido en el combate para la extensión dinámica de la misma.
b) de la vida cotidiana en sus múltiples tareas. Como un pequeño y vigoroso foco ilumina toda una habitación, así el trabajo legionario -aunque de corta duración- da nuevo sentido a toda la semana. Lo que aprenden y viven los socios en el praesidium, lo transmitirán a su vida ordinaria. c) del prójimo: han aprendido a ver y servir en él a Cristo.
d) de su hogar, que tratarán de animar con el espíritu de Nazaret.
e) de su responsabilidad en casa, o en la escuela si el praesidium fuese un internado, con el espíritu de la Legión, es decir, de María de Nazaret: buscando el trabajo en lugar de huir de él; escogiendo las tareas más desagradables; poniendo el corazón al hacer las cosas ínfimas; siendo siempre amables y comprensivos para los demás, trabajando siempre por Jesús y manteniendo el sentido de su presencia.
f) de la escuela, porque hasta cierto punto habrán asimilado los ideales legionarios, y verán a los maestros, la escuela, los libros, las reglas y el estudio bajo una luz diferente. Por consecuencia, aprovecharán de la escuela cosas que otros no aprovecharían. De manera que, incluso si la Legión pudiera suponer tiempo "robado" al estudio -algo que se dice corrientemente-, se verá al final que les proporciona incomparables beneficios.
g) del "deber" y de la "disciplina". Dos cosas importantísimas; mal entendidas, son antipáticas a la juventud; combinándolas con los nombres de "María" y "Legión", se revestirán de claridad y belleza.
h) de la oración: porque se darán cuenta de que no es una imposición ni una rutina, sino una fuente de energía, el sostén de su trabajo, y su valiosa contribución al tesoro de la Legión y de la Iglesia.
21. No queremos exagerar, pero nos atrevemos a afirmar: el buen funcionamiento de un praesidium -conforme a las normas precedentes- contiene en sí un filón riquísimo de valores educativos para la juventud, pues desarrollará en los jóvenes un conjunto de cualidades propias del ser cristiano, y será como un molde del que saldrán numerosos jóvenes formados y santos, alegría de sus padres y apoyo de la Iglesia.
22. Pero todo este programa, todas estas esperanzas, se frustrarán en el praesidium juvenil que no proporcione a sus miembros un trabajo adecuado, o que de alguna manera no haga caso del reglamento. Sería un molde deformador; y predispondría a sus miembros y a todos los demás contra la Legión. Se haría un beneficio a la Legión suprimiéndolo.

"Los jóvenes no deben ser considerados simplemente como un objeto de la preocupación pastoral de la Iglesia: de hecho, la juventud es activa y debe estimulársela a ser activa en nombre de la Iglesia, como elemento básico en la evangelización y participante en la renovación de la sociedad. La juventud es el tiempo en que se descubre uno a sí mismo y se elige una forma de vida. Es una época para el desarrollo de lo que debería convertirse en prudencia, madurez y santidad ante Dios y ante los hombres"
(Lc 2, 52)" (CL, 46).

Tema tomado del Manual de la Legión de María

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